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¿Qué trabas psicológicas nos impiden encontrar una pareja sana y sostenerla?

Por Corina Valdano

30 de agosto de 2019

¿Por qué nos cuesta tanto concretar una pareja deseándolo?

  • Parecía que todo venía bien y de repente desapareció…
  • Al principio me encantaba… ahora lo veo y no me produce nada.
  • Ahora que estoy en pareja no sé en verdad si quisiera renunciar a…

Estas son algunas de las afirmaciones que escucho a diario en las personas a las que me toca a acompañar como terapeuta. A veces es muy delgada la línea entre quienes inconscientemente lo que más desean es transitar su vida desde una soltería elegida y sus mandatos de familia y condicionamientos externos, les impide hacerse cargo de esa decisión, y aquellas otras personas que sí quieren formar pareja y sus trabas inconscientes bloquean la posibilidad de establecer vínculos saludables, “reales “y a la par.

Puede que una parte nuestra sí quiera formar pareja pero otra parte no quiera renunciar a la posibilidad de hacer lo propio a su manera. Negociar, conciliar, llegar a acuerdos parecería ser el desafío más difícil de sortear. También en esta época las “ofertas” vinculares son tantas que tomar la decisión de estar con alguien supone resignar otras opciones igual de buenas e interesantes.

Puede que una parte nuestra sí quiera formar pareja pero otra parte no quiera renunciar a la posibilidad de hacer lo propio a su manera.

¿Cómo discernir si formar o no formar pareja es una decisión tomada desde la plena consciencia y cuando se debe a trabas inconscientes que nos llevan a auto-sabotearnos cada vez que acontece la posibilidad de conocer a una persona valiosa con quien podemos congeniar muy bien?

No me cierra...

Quienes se identifican con la segunda opción, con la del auto-boicot de una posible relación, siempre acontece que por “h” o por “b”, nunca la persona nos termina de “cerrar”, que sí, que no, que la duda, que la indecisión. Pareciera que formar pareja es acertar o desacertar si es por aquí o es por acá.

El pensamiento mágico y la inmadurez emocional a la hora de relacionarnos, nos hace pasar por alto la más sensata y no por eso descorazonada revelación: un vínculo se construye con la decisión de dos personas que más que continuas mariposas revoloteando (eso no dura más que seis meses) tienen valores en común y comparten afinidad en los temas más importantes.

No debemos olvidar que amar es un verbo y solo se aprende a amar amando, ejerciendo la amorosidad, la empatía, el interés y la atención hacia una persona valiosa con la que decidimos transitar.​

¿Vibramos en la misma escala de evolución?

Así como una semilla tiene más posibilidad de germinar en tierra fértil, del mismo modo un amor saludable es posible que emerja entre dos personas valiosas con igual nivel de consciencia. Me parece muy importante remarcar esta cuestión… a veces cuesta encontrarse y vibrar en igual nivel de evolución. La falta de conexión o resonancia, muchas veces no se debe a la falta de piel o atracción sino a una diferenciación a nivel de evolución espiritual, respecto de cómo cada quien aprecia la vida, que valores prioriza, a qué le da importancia y a qué no. Dos personas que pretendan funcionar bien como pareja deben tener en cuenta lo más hondo detrás de la superficie. Lo contrario, tarde o temprano, genera una distancia difícil de salvar. Esto se hace también evidente al interior de una pareja que está junta desde hace años. Cuando ambos crecen para lugares distintos o uno de los dos eleva su consciencia y la otra persona no, se siente como si se hablaran idiomas diferentes y cuesta mucho sentir intimidad y comunión, que no es lo mismo que conexión sexual. Lograr la intimidad entre dos tiene más que ver con vibrar en la misma escala de evolución que con la atracción y la afinidad en temas más terrenales como los gustos en común en la cotidianeidad.

Así como una semilla tiene más posibilidad de germinar en tierra fértil, del mismo modo un amor saludable es posible que emerja entre dos personas valiosas con igual nivel de consciencia​.

Asegurarnos que nos estamos relacionando o intentando un vínculo con personas con las que hablamos el mismo lenguaje, es fundamental al momento de proyectarnos con alguien como pareja. A veces no encontramos pareja porque estamos buscando en lugares equivocados o insistimos más de la cuenta en que cambien cuestiones que son cruciales para que un vínculo funcione y que va más allá que llegar a acuerdos o negociaciones. Es otro tipo de desencuentro el que está en juego…

Es por eso tan importante trabajar sobre uno mismo para poder ofrecer la mejor versión de sí en el amor. Cuando nos conocemos y aprendemos a re-conocer que queremos y que no, podemos afinar la puntería y dejar de equivocarnos repitiendo modelos vinculares poco saludables. Cuando deseándolo, el amor no llega, necesitamos alinear aspectos nuestros que inconscientemente nos pueden estar impidiendo construir un vínculos estable de pareja. Detrás de esta limitación pueden haber miedos, deseos irreales o traumas irresueltos.

Cuando deseándolo, el amor no llega, necesitamos alinear aspectos nuestros que inconscientemente nos pueden estar impidiendo construir un vínculos estable de pareja. Detrás de esta limitación pueden haber miedos, deseos irreales o traumas irresueltos.​

En el terreno del amor se juegan tantas emociones intensas y contradictorias que se nos hace difícil darnos cuenta qué es qué. Entonces nos preguntamos: ¿esto que siento es amor? ¿es amistad? ¿es fraternidad? ¿afinidad? ¿atracción? También puede suceder que sintamos una especie de bloqueo emocional que nos impide amar y dejarnos amar.

¿Cuáles son las actitudes inconscientes que obstaculizan formar pareja?

Idealización del amor

La creencia de que sentir amor por alguien es ver todo el tiempo estrellitas de colores alrededor, decir a todo que sí al mismo tiempo, coincidir en todo, como si el otro fuese una pieza de encastre que justo encaja con el modelo de amor ideal que construimos en la cabeza. Lo idealizado es lo que pensamos que deberíamos sentir si realmente estamos enamorados.

Anhelo desesperado de amor

Aproximarse a una persona de una manera demasiado ansiosa, provoca distanciamiento y repulsión. Nadie que este sano, desea cargar sobre sí la responsabilidad de colmar las carencias y necesidades excesivas de atención de quien como “pacman” siempre pide más o nunca le alcanza. Es construyendo una vida con la que uno se sienta a gusto que podemos encontrar luego una persona con quien compartirla. La vida no empieza ni se posterga hasta el momento en que encontremos a alguien con quien proyectar.

Indecisión

Hay quienes no tienen demasiado en claro qué tipo de proyecto desean para su vida o quienes quieren tener todas las respuestas incluso antes de hacer alguna apuesta.

Se la pasan oscilando y preguntándose si les conviene o no avanzar en tal o cual relación, si será o no será la mejor opción, como si no hubiese vuelta atrás una vez tomada una decisión. Esta necesidad de confirmación anticipada hace que nos restemos posibilidades sin ni siquiera intentarlas. Hay preguntas que solo sobre la marcha se van respondiendo. Pretender garantías en las relaciones humanas es una fantasía, pues todas las personas nos vamos transformando a medida que avanzamos en el camino de la vida.

Miedo al desamor

Amar nos vuelve seres muy vulnerables. Abrir nuestro corazón a otra persona nos deja expuestos a salir heridos. No hay quizás dolor que duela más que el desamor. Muchas personas que arrastran modelos de pareja aprendidos en donde el amor ha quedado asociado a la melancolía y al sufrimiento, evitan la entrega, la intimidad y la proximidad por temor a sufrir de igual manera. Sin embargo, darnos la posibilidad de sentir amor y ser amados es una satisfacción como pocas experimentadas en la vida. Es por eso que el miedo nunca es buen consejero para tomar decisiones. De hecho, las defensas excesivas contra el dolor es lo que más nos ocasiona sufrimiento y nos distancia de la posibilidad de vivir un amor que nos provoque felicidad y realización.

Experiencias pasadas no resueltas

Suele suceder que cuando en el pasado salimos lastimados, nuestro inconsciente levante vallas de prevención y desconfianza para protegernos de volver a experimentar dolor o traición a nuestra lealtad. Sin embargo, no son esas experiencias en sí mismas las que no nos permiten avanzar, sino el no haberlas elaborado lo suficiente. Comprender a fondo las experiencias pasadas y sacar un aprendizaje de ellas nos vuelve personas más lúcidas y preparadas para iniciar una nueva relación desde un nivel de consciencia superior. Una experiencia pasada que nos causó dolor debería llevarnos a ser más fuertes, no más débiles. De lo contrario, en lugar de construir puentes, edificamos murallas que nos distancian enormemente de los demás.

Demasiadas exigencias

Si bien es bueno tener ciertas pretensiones a la hora de elegir con quien relacionarnos, hay personas que quieren que todo en el otro sea perfecto, acabado y completo. Que su entrega sea total, que su demostración sea total, que haya piel total, confianza total, todo “total”. Estas condiciones exageradas para vincularnos con otro ser humano imperfecto e incompleto como lo somos todos, hacen que sea muy difícil encontrar a alguien que colme todas las expectativas deseadas.

Para concluir…

Lo razonable en la vida es que si deseamos estar en pareja, estemos en pareja. Si no lo conseguimos, no es buena o mala suerte o circunstancias del destino. Más que criticar lo que pasa afuera, deberíamos auto-indagarnos primero para preguntarnos si en nosotros o en nosotras están presente alguna de estas actitudes inconscientes que obstaculizan la concreción de una pareja saludable y satisfactoria.

Asumir también la responsabilidad de que nuestro nivel de expectativas es lo que muchas veces marca el tiempo que nos lleva concretar la posibilidad de una pareja, es dejar de vernos como víctimas y asumirnos como protagonistas del tipo de vínculo y la calidad de persona que deseamos para compartir y proyectar nuestra vida.

A veces lo bueno se tarda en llegar para que nos encuentre listos y entonces saberlo valorar y cuidar.