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Wu-Wei: el arte de dejar fluir la vida

Por Corina Valdano

28 de mayo de 2017

El arte del Wu-Wei

La Psicología Transpersonal, psicología que elijo para trabajar con mis pacientes y para practicar en mi diario vivir... se nutre de la filosofía y de la sabiduría oriental. Uno de los términos que toma de estos conocimientos milenarios es el concepto que se enuncia como el arte del "Wu-Wei".

El Wu-Wei es un término de la filosofía taoísta que seguramente muchos desconocerán como tal pero sin embargo, resonarán con él como parte de la vida cotidiana, en la dificultad que implica su práctica o en las ventajas y beneficios que se consiguen si uno se vuelve diestro en su ejercicio.

El Wu-Wei es aplicable en todos los ámbitos de la vida, se trata de aprender a vivir desde la filosofía del aprender a fluir. Esta expresión lingüística china propone una manera de obrar en la vida "sin forzar los acontecimientos ni querer enderezar lo torcido".

Vale aclarar que no se trata de “no accionar” o asumir una actitud pasiva o resignada sino más bien de un modo de obrar que respete el acontecer natural de las cosas, sin forzar con artificios que desvirtúen la armonía y el principio natural de lo que acontece.

Por ejemplo, una planta crece por Wu-Wei, no hace esfuerzos por crecer, solo crece...

Los invito a que miren su diario vivir, su manera de conducirse y se pregunten…

  • ¿Esta presente esta filosofía en mi vida? 
  • ¿Dejo fluir lo que acontece y "dejo ser" ser a los demás, o me encuentro forzando y renegando por lo que es o por cómo son quienes "deberían" ser diferentes...?

Quienes no lograr vivir de acuerdo al Wu-Wei

Las personas controladoras, dominantes e insistentes son las que no pueden tolerar semejante idea de dejar "que las cosas y las personas sean". Encuentran todo tipo de justificaciones y explicaciones para argumentar por qué hacen lo que hacen, a la manera que lo hacen y lo que pasaría si dejaran de hacer lo que hacen. Suelen cargar todo sobre sus espaldas con tal de llevar el control riguroso de cada movimiento o ajetreo.

Desde ese trasfondo personal, se “esfuerzan” por cambiar a los demás, por generar lo que naturalmente no se da, deshacer o querer cambiar los acontecimientos. Se sacrifican por mantener en pie lo que se cae cada vez que se deja de sostener, por insistir una y otra vez en querer que las cosas sean como quieren que sean. Y sobre todo, priorizan tener razón a tener paz interior.

Se enojan con la vida en lugar de vivirla, se fastidian más de la cuenta y se indignan con demasiada facilidad. Se revelan ante la realidad de los hechos y confunden el "aceptar" lo que es y no puede dejar de ser, con el "estar de acuerdo" con ello.

De más está decir que estas personas terminan agotadas, frustradas, enojadas, decepcionadas, y sufren ¡un montón! ¿Por qué? Porque la vida no es como uno quisiera que sea ni las personas se comportan a la manera que uno desearía que se condujeran: “la vida solo es” y "las personas son como eligen o pueden ser" (nos guste o no).

Los demás no están aquí para gustarnos o agradarnos, las personas están aquí para vivir sus vidas de acuerdo a sus elecciones y aprendizajes. La única decisión a nuestro alcance es acercarnos o tomar distancia de aquello con lo que no estamos de acuerdo o nos desagrada... pero pretender encauzar lo descarriado, nos desgasta mucho más de lo necesario y no se consigue nada a cambio.

La naturaleza se despliega a través del Wu-Wei

La naturaleza se manifiesta por Wu-Wei. Los seres humanos formamos parte de ella y “encarnamos” este principio en nuestra propia existencia, casi sin percibirlo, casi sin darnos cuenta. Atentar contra este principio, es oponernos a nuestra propia esencia. Tal es el que caso de personas que se resisten al paso del tiempo y desde ese “forcejeo” se desfiguran la cara en el deseo de alterar el orden natural del paso del tiempo. En cambio, hay otras personas que “aprenden a colaborar con lo inevitable” y envejecen con naturalidad, belleza y gracia. Este ejemplo esclarece que el arte de vivir conforme al “Wu-Wei” en modo alguno significa flojedad, desidia, desgano y resignación. No se trata de abandonar la acción, sino de dejar de “re-accionar” a lo que es y no puede dejar de ser. Y si deja de ser cuando desiste de “re-accionar” es porque nunca fue ni lo será.

El arte de vivir conforme al “Wu-Wei” no significa flojedad, desidia, desgano y resignación. No se trata de abandonar la acción, sino de dejar de “re-accionar” a lo que es y no puede dejar de ser.

La cultura en la que vivimos nos aleja de la naturaleza de este principio. Nos ofrece “detener” el tiempo, “alcanzar” en breve lo imposible, mágicas maneras de “retener” al ser amado, anestesias para “aguantar” lo inaguantable, técnicas y estrategias para lograr que “el otro haga” lo que yo quiero que haga. Subirse a este tren no es llegar a destino si hacia dónde queremos ir es hacia la armonía y la paz interior.

¿Hacer o no hacer?

No se trata de abandonar la acción ni de aferrarnos a ella. Se trata más bien de renunciar a la especulación y al control. Hay personas que piensan que la vida es una especie de juego de billar: “evalúan, especulan, ven la jugada y con el taco le dan a la blanca para que le pegue a la amarilla y ésta a la azul, la azul a la roja y ¡carambola! En un juego resulta divertido, pero en la vida cotidiana agota la mente de cualquiera y se tiende a olvidar también, que del otro lado hay otra persona que quizás no tenga ganas de jugar nuestro juego o bien sus reglas sean otras, entiéndase: valores, principios, propósitos, intereses. Y si ante quien ejercemos esa jugada es la vida…, pues no se demorará demasiado en mostrarnos nuestra pequeñez humana y recordarnos que las reglas no las ponemos nosotros.

Una metáfora que nos enseña a vivir...

El pesimista se queja del viento, el optimista espera que cambie, el realista ajusta las velas. George Ward.

Imagina un mar embravecido y un navegante en su velero ¿Cuál sería aquí la acción más inteligente y que menos desgaste conllevaría? Pues bien: orientar las velas en la mejor dirección para adaptarse al viento. Un buen navegante haría eso ¿verdad? Lo mismo nos sucede en la vida y a veces queremos domesticar el mar en lugar de asir las velas. Resulta hasta cómico cuando uno lo compara con situaciones como estas ¿Por qué? porque ante estas situaciones podemos aplicar el sentido común. Sin embargo, cuando estamos sumergidos en el mundo emocional el más común de los sentidos: “el sentido común”, nos resulta el más extraño de todos. Y ahí estamos queriendo luchar con lo imposible y nos ahogamos en la primera oleada.

Aceptar lo que es y dejar de forcejear con lo que no es, es saber dejar atrás...

  • Una pareja que ya intento mil veces ponerse en pie.
  • Un hijo que no va a cambiar porque lo parí.
  • Una relación que no va a nacer si del otro lado no hay interés.
  • Una juventud que no se extiende por más que me estire la cara.
  • Un tiempo que no vuelve por más que mire fotos viejas.
  • Un ser que no regresa, aunque no lo deje ir de mi corazón y mi cabeza.
  • Una emoción que no cesa porque no la quiera sentir.

Y la lista puede seguir indefinidamente… ¡tanto como cada quien quiera enderezar lo torcido!

Si en lugar de esa actitud rígida, adaptamos el cuerpo a la mejor postura que podamos ejercer ante los acontecimientos de la vida: estaremos en coherencia con el Wu-Wei.

Actuar en coherencia con el Wu-Wei es soltar, aceptar, dejar ir, dejar venir, aprender a fluir, para navegar la vida y no ahogarnos en sus profundidades ni agotarnos de bracear nadando incansablemente contracorriente

Los invito a que tengan presente este término tan sabio y respetuoso del devenir y de la natural existencia, que traten de incorporarlo a su cotidianeidad. Que cuando se encuentren forcejeando con la vida, insistiendo a las personas, queriéndolas cambiar y manipulando situaciones… hagan una pausa, respiren profundo y bien hondo, y se pregunten ¿de qué me sirve luchar con lo imposible? Sientan como el aire se expande en su pecho y “suelten…”, suelten esa tendencia a querer que las cosas sean de una determinada manera que va más allá de su control.

La mejor acción es siempre la no-acción forzada.

¿Se animan a implementar en su vida esta filosofía taoísta milenaria que afloja la espalda y descomprime la mandíbula? ¡Ojalá que sí! O al menos intenten cada día ponerla en práctica hasta "apropiarsela", aunque al comienzo resulte tan pero tan difícil. Solo está a nuestro alcance decidir cómo nosotros queremos vivir y desde qué lugar elegimos posicionarnos, desde la paz o la indignación y el enojo constante.