Volver al sitio

El Vacío Existencial

Por Corina Valdano

19 de diciembre de 2019

"Eso" que nos falta y nos inunda de tristeza

El Vacío Existencial es una de las sensaciones más incómodas que podemos experimentar como seres humanos. Muchas personas experimentan ese sentimiento de vacío en algún momento de su vida. La anhedonia, la imposibilidad de disfrutar, la sensación de soledad y de enajenación respecto del mundo, son síntomas de esta vivencia de insuficiencia que muchas veces nos cuesta explicar. A veces ese sentido de vacuidad se acompaña de sentimientos de culpa porque no hay razones externas que justifiquen el malestar.

¿Cuál es la causa de ese sentimiento de Vacío Interior?

Esta sensación de vacío puede estar causado por muchas razones. Cada persona es un universo en sí misma, por lo cual, las generalizaciones no pueden aplicarse aquí. Es misión de cada ser humano explorar qué le está diciendo esa especie de agujero negro que tanto nos cuesta detenernos a observar. Hay quienes, en un intento de evasión, buscan analgésicos para este dolor emocional y se evaden a través de distracciones, de sustancias, de comida, buscando llenar lo que no puede colmarse cual si fuera una especie de pieza de encastre.

A veces hay factores desencadenantes que activan algo del “sinsentido…”. Por ejemplo: el duelo por la pérdida de un ser querido, una separación, la crisis de la mediana edad, la ausencia de un proyecto que nos haga ilusión, puede poner en evidencia esa sensación interna. Durante estos periodos de transición suelen aflorar sensaciones de vacío existencial, ya que estas etapas van acompañadas de vivencias de incertidumbre que demandan una reestructuración importante en nuestros planes de vida.

Sin embargo, es importante comprender que las circunstancias externas solo actúan como factores desencadenantes. El sentimiento de vacío no se debe exclusivamente a situaciones que acontecen fuera, sino que se relaciona íntimamente con un desacople entre nuestra esencia y nuestra personalidad, entre nuestra energía vital y el vehículo que la expresa.

Este sentimiento de vacuidad es una disociación que implica la pérdida de contacto con nuestro interior, como si hubiésemos extraviado la frecuencia que nos sintonizaba con la energía vital. Entonces, desde esa enajenación comenzamos a pensar más la vida que a vivirla.

El sentimiento de vacío se relaciona íntimamente con un desacople entre nuestra esencia y nuestra personalidad, entre nuestra energía vital y el vehículo que la expresa.​

Un acontecimiento externo solo pone de manifiesto que mientras nos manteníamos enfocados en un proyecto o en una persona, no le prestábamos demasiada atención a lo que sucedía en nuestro interior. A veces nos abruma un estado de frustración existencial provocada por anhelos y expectativas malogradas. Lo que allí anida es una incapacidad para encontrar renovados sentidos que nos permitan reencauzar nuestra vida, aceptando desde una mirada compasiva quienes somos y quienes hemos podido ser hasta ahora.

A veces la mirada esta demasiado puesta en el “hacer” y nos olvidamos del “ser”. Sin embrago, la sensación de vacuidad no esta basada en tildar objetivos reconocidos o admirados, sino en sentir avanzar y desplegar nuestro ser. Podemos conseguir metas, pero sentir que chocamos siempre con la misma piedra, que no ascendemos a un nuevo nivel de consciencia que nos permita apreciar la vida desde una perspectiva distinta. Nos sentimos arriba o abajo en función de circunstancias externas, pero no tenemos un núcleo central desde el cual podamos posicionarnos desde la madurez emocional y espiritual para concluir que todo lo que nos rodea es absolutamente transitorio y circunstancial. Una felicidad aferrada a lo impermanente, esta condenada a la frustración. En cambio, una persona que trabaja en lograr serenidad y ecuanimidad en su mente, cualquiera sean las circunstancias externas, sabe pararse en el ojo del huracán cuando enloquece la periferia.

La sensación de vacuidad no esta basada en tildar objetivos reconocidos o admirados, sino en sentir avanzar y desplegar nuestro ser.

Cómo dejar de sentirnos Vacíos

El primer paso es reconocer el vacío sin disfrazarlo ni negarlo. En vez de rechazar o intentar esconder esa sensación, es preciso mirarla de frente y hacerle espacio…. Algo viene a decirnos y siempre es mejor escuchar el mensaje de nuestra interioridad antes de que nos grite o nos agite con más virulencia. Este mensaje puede venir a decirnos que es momento de ascender una vuelta de espiral en nuestro nivel de consciencia, que tendremos que encontrar propósitos de vida más acordes a la expresión de nuestra verdadera esencia. Y... no se trata de proponernos grandes hazañas, se trata de conquistar cambios sutiles, silenciosos y heroicos que señalan un avance en quienes somos, no en lo que “tenemos”, “hacemos” o “avanzamos” en la línea horizontal de la vida.

La sensación de vacío es una invitación a ascender por la línea vertical, donde cada escalón representa una evolución respecto a cómo apreciamos la existencia y nuestro paso por ella. Nada nos llevamos, nada queda más que nuestras experiencias y la satisfacción de haber expresado lo más propio de sí, sin que quede atrapado en el escudo de nuestros miedos, de nuestros condicionamientos y las defensas de nuestro ego.

La sensación de vacío es una invitación a ascender por la línea vertical, donde cada escalón representa una evolución respecto a cómo apreciamos la existencia y nuestro paso por ella.

Asume el Vacío como una oportunidad

En la cultura occidental sentimos el vacío con aprensión y consternación, intentamos llenarlo de lo que sea con tal de que no se sienta. En cambio, en la filosofía taoísta y budista el vacío, se considera algo positivo ya que implica que no estamos aferrados a nada, que hemos comprendido las leyes de la existencia, de lo transitorio y de la impermanencia.

Aunque en nuestra cultura, el vacío existencial esté rodeado de un halo negativo, podemos cambiar la perspectiva y asumirlo como una etapa más en nuestra vida que nos brinda la oportunidad de explorar nuevos sentidos. Aunque sentir ese vacío puede ser desagradable en primera instancia, es una señal de que necesitamos ir más allá. ¿Más allá de qué? Más allá de las capas y capas de nuestra personalidad aprendida que nos restan autenticidad y nos alejan de nuestra más genuina esencia. Por eso, deja de buscar fuera y mira dentro de ti para luego sí mirar lo que te rodea o tus proyectos con más propósito y más consciencia de autosuperación.

Si lo que vas logrando y consiguiendo en tu vida no se acompaña de un legitimo crecimiento interior, cada objetivo tildado cae en tarro perforado.

El vacío interior no puede llenarse con nada concreto ni literal, solo puede colmarse con símbolos que tengan un significado especial para cada uno de nosotros. Eso significa que lo que da sentido a la vida de una persona, puede vaciar a otra. La búsqueda de sentido siempre es un viaje heroico personal, por lo que es fundamental que encuentres tus propios significados, aquello que te hace vibrar, no en intensidad sino en profundidad, con compromiso y en coherencia con tu energía vital que pugna por expresarse a través del canal de tu personalidad.

“El hombre se autorrealiza en la misma medida en que se compromete con el cumplimiento de su sentido de su vida”, Víktor Frankl.​

Pasa tiempo contigo. Recuerda que el vacío existencial es, en cierta forma, una desconexión de tu verdadero centro. Quizá al principio sientas hastío o tedio, pero a medida que cuides más de vos y aprendas a conocerte mejor, ese sentimiento de vacío se irá desvaneciendo.