Volver al sitio

Hábitos de Felicidad

Por Corina Valdano

22 de mayo de 2018

Nadie quiere sufrir, todos queremos ser felices

Si en algo como seres humanos coincidimos todos, es que nadie quiere sufrir y todos queremos ser felices. El problema es que pensamos que la felicidad se conquista cuando en realidad, la felicidad se despierta a partir de hábitos muy concretos que tenemos que ejercitar y entrenar en la vida cotidiana.

Si bien es cierto que el factor genético interviene, que hay personas que tienen "más facilidad" para sintonizar con la alegría de vivir, esto es solo cierto en un mínimo porcentaje. Es decir, que que tenemos un amplio margen en el que podemos trabajar.

Sentirnos felices depende en gran parte de los hábitos que sostengamos en nuestro vivir cotidiano.​

Mitos acerca de la felicidad

  • No depende de lo obtenido: lo primero que tenemos que desmitificar es que la felicidad está asociada al logro de una determinada meta u objetivo. Si bien es cierto que cuando conseguimos algo que nos propusimos, nuestro nivel de bienestar se incrementa, esta sensación no tiene duración en el tiempo. Es decir, no aumenta nuestro índice de felicidad, solo nos pone contentos por un plazo relativamente corto de tiempo. Pasarnos la vida persiguiendo zanahorias nos agota, pues la felicidad no es un resultado obtenido sino un modo de posicionarnos.
  • No significa estar contentos todo el tiempo: la felicidad tampoco implica no sentir tensión, no sentir emociones negativas o estar sonrientes en todo momento. Por el contrario, las emociones como la tristeza, el desánimo, la insatisfacción, al ser interrogadas son como brújulas que nos orientan por dónde si y por dónde no. Las emociones que sentimos nos traen un mensaje que necesitamos escuchar. Esta manera de contemplarlas es muy diferente a la idea de escaparnos rápidamente de ellas o tratar de eliminaras lo antes posible. Las únicas personas que no sienten emociones dolorosas son los psicópatas y las personas muertas, así que alégrate de que estas vivo y te corre sangre por las venas.

La felicidad no es no sentirnos tristes ni tampoco conseguir determinados objetivos.

¿Cuáles son los hábitos de felicidad que podemos ejercitar?

Si queremos sentir un estado de satisfacción interna duradera, más que un placer momentáneo y efímero asociado a circunstancias externas, necesitamos tener en cuenta los siguientes principios y habilidades:

Establece relaciones profundas y significativas

La felicidad está íntimamente asociada a la construcción de relaciones profundas y significativas. No se trata de tener un millón de amigos sino de tener pocos de muy buena calidad. Personas de confianza con quienes podemos sentirnos nosotros mismos sin corazas. Esto no quiere decir que debamos evitar estar solos para no sentirnos infelices. Es muy diferente estar solos que sentirse solos. Hay muchas personas que se sienten solas aún rodeadas de un montón de gente. Y esto es porque sus relaciones no son de lo suficientemente hondas e íntimas. Tenemos que aprender a tender un puente entre el mundo interior y el mundo exterior. Ir hacia adentro e intercambiar con el resto. No somos islas, somos seres sociales en interacción. Por lo tanto, invierte energía en la construcción de vínculos de intimidad y afinidad.

Simplifica tu vida

Hacer una sola cosa a la vez con plena presencia nos nutre mucho más que hacer cinco al mismo tiempo y “no estar en ninguna de ellas con plena conciencia”. En un mundo tan frenético y acelerado tener esas islas de remanso nos tranquiliza. Si estás jugando con tu hijo, juega y deja de mirar el reloj al mismo tiempo. Si estás conversando con tu esposa, escúchala y no contestes ese email que puede esperar. Si estás con tu amiga, deja de chatear con tu vecina. Aprende a estar donde estás. Así aprenderás a disfrutar ¿qué es dis/frutar? Sacarle el jugo a la fruta de lo que estás vivenciando, si estas a medias no exprimes lo rico de esa vivencia.

Ejercítate tu cuerpo

El ejercicio físico es fundamental. La actividad física tiene que transformarse en un hábito sagrado en tu vida, cualquiera sea tu edad, tu peso o el tiempo que tengas en tu agenda.

Si no tienes un espacio en tu ajetreada rutina, entonces empieza a dejar ese margen con resaltador. La actividad física diaria, aún sean treinta minutos de caminata libera norepinefrina, serotonina y dopamina, lo que equivale a la medicación psiquiátrica más potente. Tu cuerpo es tu medicina.

Permítete ser apenas un ser humano

Ser felices también va de la mano de permitirnos ser seres humanos. En una cultura que hace alarde del perfeccionismo, que condena el error y nos pretende superhéroes, el verdadero acto heroico es trascender ese mandato y hacer oídos sordos a lo que nos malogra y tensiona mucho más de lo que nos alivia. Equivócate, descansa, aprende a decir que no, date permiso para el error sin condenarte, aprende a quererte con tus defectos sin por eso dejar de mejorarte, no buscando ser perfecto sino a favor de tu propio crecimiento. Y dale también permiso a los demás para serlo, sin condenarlos ni juzgarlos por sus defectos. Después de todo somos apenas seres humanos mortales que hacemos lo que podemos, a veces nos sale mejor otras no tanto. Lo importante es no dejar de intentar ser mejores personas cada día, sin machacarnos, con amorosidad y buen trato.

Expresa gratitud

Sentirse agradecido supone dejar de tomar como natural lo milagroso. Cuantas cosas que hoy tienes y no agradeces se volverían de repente importantes y valiosas si dejaras de tenerlas. No des por sentada tu salud, tus afectos, tu alimento, tu trabajo, tu respiración, el agua que bebes, una sonrisa, una caricia, tu hogar, tu mascota, tu mente lúcida. Siéntelas como una bendición porque cualquier día podrían dejar de estar en tu vida y ahí te darás cuenta del valor que tenían. ¡Se agradecido! Encontrarás motivos a cada paso, tantos como los que encuentras con facilidad para quejarte. Agradece ese llamado, esa canción que te hace vibrar, ese sabor que tanto te gusta, tus sabanas limpias, tu cuerpo que te permite andar y patear esa pelota que tanto te gusta, el poder apreciar con tus ojos la belleza de una flor, agradece la motricidad de tus manos que te permiten escribir, dibujar, abrazar, cocinar, levantar esa copa de vino que tan bien le sienta a tu paladar. Mira a los ojos a esa persona que amas, a esa amiga que siempre está, a esa madre incondicional, a tu compañero de vida, a tu hija, a tu hijo y dale las gracias por existir, por estar “ahí”.

No agradezcas porque eres feliz, agradece para ser feliz y lo serás.

Busca un sentido a aquello que haces

Realiza actividades que le den un sentido más hondo a tu vida y no solo te proporcionen dinero y placer. Además de que te gusten, procura que tengan un significado, que aporten a algo mayor, más duradero y que te trasciendan. Nos da mucha felicidad hacer algo bueno por los demás y sentirnos beneficiosos para otros. La solidaridad nos gratifica, nos da paz, nos hace sentir seres útiles y bondadosos y eso despierta en nuestro interior un sano orgullo personal que nos reconforta. Saber que una acción, un consejo, una palabra, un gesto, colaboró con el bienestar de otro ser humano, le saco una sonrisa, le conduzco a hacerse preguntas, le alivio una dificultad… se siente maravilloso. ¿Por qué? Porque ese otro somos cada uno de nosotros, todo está unido, en inter-dependencia permanente.

La felicidad es un patrimonio colectivo. No hay felicidad más sentida que la compartida.​

Crea una felicidad cotidiana y la suma de tus días harán de tu vida una vida más feliz. No hay nada de magia aquí, por el contrario: son hábitos, que sostenidos en el tiempo generan nuevas conexiones neuronales asociadas a la felicidad.

Cuando te sientas infeliz, haz una pausa y observa tu vida… ¿cómo vives? ¿qué estas dejando de lado? ¿qué de lo que te importa mucho no haces? ¿qué de lo que antes te hacía feliz dejaste de hacer o abandonaste?

Ser felices es una decisión que se entrena en el gimnasio de tu vida de todos los días ¿Todo depende de nosotros? Por supuesto que no… pero asegúrate de hacer tu parte y atravesarás como todos los mortales los dolores inevitables, no más. No te sumes sufrimiento adicional por la desidia de dejarte estar. Sé protagonista de la cuota de felicidad que puedes regalarte y regalar. Porque ser feliz es también un acto de generosidad, pues tendrás amor y tiempo del bueno para dar a los demás.

Te animo a que pongas en práctica estos consejos, seguro serán de tu beneficio. Y recuerda... nada valioso se construye de la noche a la mañana, si quieres sentirte feliz sostiene en el tiempo aquellos hábitos que que te sanan por dentro y ponen luz a tu mirada.