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El Arte de volvernos Multitud

Por Corina Valdano

27 de febrero de 2020

El Ser Humano y la Fragilidad de sus comienzos

Nacemos frágiles, vulnerables, endebles y extremadamente dependientes. No existe otro animal que sea tan indefenso como el animal humano en sus primeros tiempos de adaptación a este plano. En su intento desesperado por sobrevivir irá aprendiendo modos propios de adaptarse, de encajar, de ser amado, para garantizarse el cuidado de sus seres más cercanos.

Bajo estás circunstancias, ira armando un manojo de defensas que implicará armar estructuras de respuestas automáticas que de a poco irán dando forma a su personalidad… ese será su estilo para relacionarse con los demás, para lograr aprobación, para agradar y buscar la forma de encajar en un mundo que muchas veces resulta demasiado hostil. En este esfuerzo titánico vamos construyendo un “personaje” que nos funciona y olvidándonos que somos potencia y que una inmensa multiplicidad de yoes de los más diversos habita en nuestro interior. ¡Nos acostumbramos a usar siempre el martillo y nos olvidamos de que traemos una valija enorme de herramientas con las que podríamos contar!

En su intento de adaptación, el ser humano se va asentando en un determinado patrón de personalidad que se convierte en automático y rígido con su repetición.​

Diferentes Estilos de Adaptación

  • Hay quienes buscaran ser “niñ@s buen@s”, fáciles, serviciales y atent@s buscando el reconocimiento a través de su virtuoso comportamiento. Cumpliendo todos los “deberías” y haciendo lo que supone que se espera de él o de ella. Sus deseos y sus ganas quedan postergadas detrás de la interminable lista de responsabilidades a cumplir.
  • Quienes serán amorosos, cariñosos, generosos en exceso, dando de más, estando atentos a las necesidades ajenas para volverse imprescindibles en la vida de quienes ama y a quienes afectivamente necesita.
  • Esta quien se vuelve “duro” y fuerte, endurece su piel para no sentir y va por la vida con una actitud combativa y aguerrida. Su bandera será “nadie me pasará por encima” y se negará a dejarse ayudar porque asociará necesitar con depender. Rechazará toda sensación de vulnerabilidad y buscará sentirse poderoso y autosuficiente.
  • Habrá quien sobreviva mostrándose extremadamente frágil, necesitad@, carente, calzando el traje de víctima, la bandera del “no puedo” y de “todo me resulta difícil”. Buscará inspirar compasión y obligará a los demás a tratarlo entre algodón porque todo lo daña o lo lastima.
  • Hay quienes toman distancia. Quienes sienten que el mundo es demasiado complicado, que deben haber aterrizado en el planeta equivocado. Su forma de sobrevivir es aislarse en su mente, en sus mundos imaginarios, creando escenarios fantásticos y pensando su vida en lugar de vivirla.
  • Otras personas escaparán del dolor a través del humor y del optimismo. Para ell@s siempre todo estará bien. Irán por la vida con la simpatía a flor de piel. Buscarán ir por las “superficies”, evitando la profundidad vincular. Evadirán los compromisos y cuidaran su libertad como tesoro para poder volar ni bien la cosa se pone mal.
  • Hay quienes ven amenazas y peligros por doquier. Se la pasan creando sistemas de seguridad y precauciones para que nada los agarre desprevenidos. El miedo orienta sus vidas y la evitación es su estrategia para sentirse seguros y a salvo en un mundo inseguro e imprevisible.

Y podría seguir hablando de unos cuantos “trajes” más que nos calzamos y solemos no sacarnos más. Se nos “encarnan” cual ropa que nos queda cómoda y desde esa certeza nos decimos “Yo soy así”. Olvidamos que detrás de ese ropaje hay una desnudez que es potencia y puede asumir las mas diversas maneras de ser.

Si seguimos toda la vida creyéndonos ser solo martillos nos faltarán un montón de herramientas para desplegar toda nuestra verdadera esencia. Forma parte de nuestro proceso de evolución crear estrategias de adaptación. No hay nada disfuncional allí. El problema es cuando nos quedamos “solo ahí”, en esa rigidez de ser siempre de una misma manera, al punto de volvernos personas fácilmente previsibles: “la que siempre se ofende”, “el que siempre se enoja”, “la que nunca se relaja”, “él que siempre hace bromas”, “la que nunca se anima”, “quien siempre está a la defensiva”.

Si seguimos toda la vida creyéndonos ser solo martillos nos faltarán un montón de herramientas para desplegar toda nuestra verdadera esencia.​

Volvernos Multitud

Una forma de ser debería ser el comienzo de múltiples formas de ser que se van sumando en la medida en que nuestras experiencias nos van despertando. Necesitamos volvernos multitud, desplegar yoes cada vez más acordes a las expectativas y ambiciones que tenemos en la vida. A mas amplitud y flexibilidad, más posibilidades de vivir una vida armoniosa y equilibrada.

A más amplitud y flexibilidad, más posibilidades de vivir una vida armoniosa y equilibrada.

Trascender nuestros automatismos es ir dejando atrás aquellas formas de reaccionar que, de tanta repetición, se han encarnado en nuestra personalidad. Necesitamos comenzar a contar hasta tres antes de reaccionar para poder comenzar a “elegir” la manera más adecuada de accionar. La persona que siempre se responsabiliza necesitará comenzar a delegar, el duro dar lugar a la sensibilidad, la servicial necesitará aprender a priorizarse, el correcto a relajarse, la dependiente a empoderarse, el gracioso animarse a tocar el dolor.

Desplegar matices, rasgos y aspectos que no desarrollamos tempranamente nos completa y nos enriquece. Ser de una sola manera, nos empobrece, nos encoge, nos mengua.

Sucede que el mundo es demasiado amplio, desafiante y diverso como para movernos siempre en la polaridad del blanco o negro. No necesitamos ser de una manera o de otra, necesitamos ser de una manera y de otra y de otras tantas más cuanto la Vida nos vaya desafiando y nuestras experiencias nos vayan ampliando y transformando.

Si queremos convertirnos en personas virtuosas precisamos sacarle lustre a la enorme cantidad de herramientas que hemos descartado y combinarlas entre sí… entretejer la vulnerabilidad con la fortaleza, el esfuerzo con la relajación, la broma con la seriedad, la firmeza con la flexibilidad, la generosidad con aprender a darse prioridad… en esa riqueza de combinación nos volvemos seres múltiples, vastos y desplegados.

El Arte de la Paz es completar lo faltante.

Morihei Ueshiba

Morihei Ueshiba, fundador del aikido, dijo alguna vez: “El Arte de la Paz es completar lo faltante”, indicando la importancia de desarrollar lo faltante en uno mismo para volvernos personas enteras. A cada uno le corresponde preguntarse: ¿Qué es “lo faltante” en mí? ¿Qué partes fui relegando por acentuar siempre los mismos rasgos? ¿Qué colores le faltan a la paleta de mi personalidad para ser más colorida y completa?

Te invito a que te hagas esas preguntas y que comiences a ensayar nuevas y renovadas formas de ser ante las mismas circunstancias de siempre. Veras que seguramente los resultados cambian y si no lo hacen, tendrás la fortuna y la satisfacción de sentir nuevos “sabores” de vos que desconocías hasta entonces.