Volver al sitio

Hacernos mal en el intento de evolucionar

Por Corina Valdano

24 de julio de 2020

Abrazar quienes estamos pudiendo ser

¿Por qué será que somos tan crueles con nuestras partes imperfectas? ¿Por qué será que con tanta frecuencia nos sentimos insuficientes? ¿Por qué será que estamos tan acostumbrados a destratarnos? ¿Por qué nos cuesta tanto darnos a nosotros mismos un buen trato?

Como seres humanos, tenemos gran facilidad para machacarnos cuando no nos comportamos como quisiéramos o cuando repetimos patrones que preferiríamos dejar atrás. Renegamos de nuestras partes más inmaduras y menos evolucionadas que cuando caemos en estado de inconsciencia, nos juegan una mala pasada.

En este hábito de reclamarnos de más, olvidamos que ser animales humanos es una hazaña muy compleja. No solo tenemos instintos y emociones sino una mente enredada con cientos de pensamientos, condicionamientos y personajes internos que nos hablan a la vez y no siempre se ponen de acuerdo. Trabajarnos a nosotros mismos para llegar a ser individuos (in/divisos) íntegros, de una sola pieza y actuar en congruencia entre lo que sentimos, pensamos y luego hacemos, es la odisea más grandiosa a la que puede aspirar un ser humano. Ese colosal anhelo y ese impresionante empeño, es en sí mismo meritorio y digno de sentirnos orgullosos de quienes estamos pudiendo ser, momento a momento, con nuestros aciertos y también con nuestras torpezas.

Trabajarnos a nosotros mismos para llegar a ser individuos íntegros y actuar en congruencia entre lo que sentimos, pensamos y luego hacemos, es la odisea más grandiosa a la que puede aspirar un ser humano.

Como terapeuta acompaño a personas a desplegar su conciencia, ejemplares humanos abocados al heroico trabajo de convertirse en la mejor versión de si mismos que pueden llegar a ser. Me apasiona ayudar a las personas que aspiran a cultivar lo mejor de sí…, aquellas que llegan a terapia no porque están mal sino porque quieren estar mejor. Seres que buscan conocerse, hallar un sentido, vivir en coherencia con su esencia, ejercitar valores, dejar una huella y ejercer una espiritualidad cotidiana.

Me honra colaborar en ese proceso alquímico de mutar el plomo de uno mismo en oro. Es loable y esperanzador saber que somos muchos los que estamos convocados a evolucionar nuestra consciencia y aportar a una humanidad, aunque imperfecta, cada vez más despierta.

Sin embargo, con mucha frecuencia advierto prepotencia, intolerancia, poca paciencia y tiranía en la forma de acompañarnos a nosotros mismos a volvernos cada vez mejores seres humanos. Nos enojamos cuando caemos en estados de inconsciencia, cuando todavía no podemos superar eso que ya sabemos que nos daña, cuando detectamos incoherencias entre lo que decimos y lo que luego finalmente hacemos…

Es entonces que, nos detestamos por ser torpes, por reconocernos faltos o deficientes para vivir a la altura de las expectativas de quienes creemos que deberíamos ser y todavía no somos. Nos invade un profundo sentimiento de no dar en la talla… porque a diferencia de aquellos seres humanos que viven en estado de inconsciencia, el ser humano que ya se ha quitado la venda, ahora “ve”, ahora “sabe” pero todavía no puede, no le sale o le cuesta una enormidad limar sus asperezas o suavizar sus partes más rudas de una personalidad harta compleja y muy difícil de gestionar.

Me incluyo y comprendo a otros, porque muchas veces me encuentro siendo yo muy crítica con lo que “veo” en mí, me avergüenza y todavía no puedo superar, evolucionar o dejar atrás… Y resalto la palabra “todavía” porque de eso se trata… de aceptar que llevarnos de aquí hasta allá es un “proceso” que lleva tiempo de maduración. No hay línea recta, menos aun viento a favor… en el arte de volvernos una mejor versión.

Lo que no puede faltar en el arte de evolucionar

Hay cuatro virtudes que no pueden faltarnos en esta cocción a fuego lento de cocer lo más crudo de si: amorosidad, paciencia y compasión.

Amorosidad

Para tratarnos con gentileza y benevolencia. Ningún cambio que busque hacernos bien puede ir de la mano de la ofensa o del automaltrato.

Paciencia

Para darnos tiempo y ser tolerantes con nuestros procesos de cambio. Nada verdaderamente bueno y consistente se consigue de la noche a la mañana.

Compasión

Para observarnos con aceptación sin condenarnos por lo que todavía no somos capaces de alcanzar.

Lo latente, se manifiesta

A veces no resulta tan evidente, sin embargo, silenciosamente vamos sembrando semillas por cada comprensión que incrementa nuestra consciencia. Cada “darnos cuenta”, cada nueva interpretación, va fertilizando la tierra para que los nuevos frutos acontezcan… Resulta entonces que cuando nos creíamos igual, actuamos de maneras muy distintas. Una provocación ante la que no respondemos, una forma de decir más amable que sale de nuestra boca, un no a una tentación ante la que solíamos caer, un tímido sí ante lo que nos hubiésemos negado rotundamente en el pasado. Eso no visible, en forma de potencial, se manifiesta cuando la vida nos interpela y tenemos que dar respuestas. Eso que parecía seguir igual en cada uno de nosotros: “lo impulsivo”, “lo desganado”, “lo agresivo”, “lo inconstante” … sorpresivamente se regula, se activa, se pacifica, se sostiene.

Cuando nos trabajamos psicológica y espiritualmente, estamos “destinados” a la transformación y al despliegue personal. Nuestra apariencia puede que sea la misma pero nuestra interioridad se amplía. El yo soy” deja de ser un concepto estanco para devenir en un flujo permanente de un “estar siendo” a cada momento. Como una masa que va leudando, nuestra consciencia se va desplegando y nuestra mirada sobre lo mismo, cambia. No por arte de magia sino fruto de una alquimia de elaboración personal lenta y gradual, que va tomando forma, en la medida que nuestras experiencias nos transforman y dejamos atrás las viejas etiquetas que nos definían y oprimían para dar lugar a un gran signo de interrogación, que va reactualizando nuestras respuestas y ampliando nuestras posibilidades de SER de diversas maneras según los desafíos que la vida nos presenta.

A medida que nos vamos conociendo, nos vamos re-conociendo y viviendo nuestra existencia cada vez con más consciencia.

Y a medida que nos vamos conociendo, nos vamos re-conociendo y viviendo nuestra existencia cada vez con más consciencia. Algunos dirán que es más fácil no hacerse demasiadas preguntas… este escrito es para quienes no pueden ni quieren dejar de hacérselas. Es que no siempre es una cuestión de elección… quienes salen de la caverna y ven más allá de lo evidente, ya no pueden dejar de ver, no queda más opción que seguir andando hacia adelante. En ese andar despiertos por la vida, es cierto… las sombras son más oscuras, pero también las luces son más luminosas. Es que la satisfacción de vernos crecer y de saborear nuevos “sabores de si”, compensa ampliamente la ardua labor de transitar la noche oscura del alma.

Reconoce tus esfuerzos, valora cada uno de tus intentos, honra tus logros y abraza tus limitaciones.

Reconoce tus esfuerzos, valora cada uno de tus intentos, honra tus logros y abraza tus limitaciones. Te darás cuenta con el transcurrir del tiempo que aquello que se veía igual, se va sintiendo distinto… imperfecto e inacabado y a la vez completo y absolutamente real, como todo ser humano llamado a evolucionar que responde a esa proeza y resiste la tentación de vendarse los ojos y anestesiar los anhelos de su alma.