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Cómo nos afecta nuestro Árbol Familiar

Por Corina Valdano

5 de julio de 2019

El Poder del Inconsciente Familiar

Estamos convencidos de que elegimos por nosotros mismos, que somos seres autónomos con absoluta capacidad de decisión. Sin embargo, nuestro Inconsciente Familiar ejerce una influencia descomunal sobre las elecciones que hacemos día tras día.

No somos tan libres como desearíamos serlo. Estamos cuasi hipnotizados y llevados de las narices por lo que en la psicología tradicional llamamos la “compulsión a la repetición”.

La compulsión a la repetición, es un mecanismo inconsciente que nos fuerza a reincidir en todo aquello que “observábamos” con distancia, siendo pequeños o jóvenes, de la dinámica familiar de dónde venimos y decíamos años atrás con convicción “esto definitivamente no lo quiero ni lo querré para mi vida”. Y allí estamos repitiendo más de lo mismo de lo que queríamos evitar…

Sucede que, no es tan fácil librarnos de aquellos hábitos y comportamientos aprendidos durante tanto tiempo en nuestro hogar. El pasado se re-edita en nuestro presente sin que seamos conscientes de nuestros patrones de repetición.

De esta manera, en nuestro código genético llevamos impresas todas las huellas familiares, no solo actitudes psicológicas no deseadas, sino también recursos, valores y fortalezas, transmitidas de generación a generación…que pueden transformarse en recursos valiosos para nuestro despliegue y desarrollo, desde un oficio hasta un talento o una vocación que nos puede auto-realizar y nos puede hacer sentir una profunda satisfacción.

Del mismo modo y con la misma fuerza, llevamos impresas todas las enfermedades e historias indeseadas de nuestro Clan Familiar. Tenemos registrada toda la información acumulada de nuestros padres, abuelos y bisabuelos acerca de experiencias traumáticas de abortos, hijos no deseados, de abandonos, de rechazos, secretos y maltratos, humillaciones e injusticias, abusos y adicciones, así como también comportamientos disfuncionales, violaciones, asesinatos y crueldades.

Es decir, que nuestro Inconsciente Familiar se puede expresar con sus luces y sus sombras. No todo es enfermedad, síntoma o disfuncionalidad en el Inconsciente Familiar sino que también es un reservorio de talentos, dones y recursos muy valiosos.

Ninguna información se pierde, todo se transforma. Y el inconsciente Familiar no es la excepción a esta regla de oro. Lo sabe todo… absolutamente todo, y buscará maneras de manifestarse para sacar a la luz lo que está “oculto” en nuestro Árbol y necesita ser ex/presado (sacado de preso), a través de enfermedades, sueños y situaciones que atravesamos. Y generalmente son las personas más sensibles del árbol familiar las que asumen ciertas repeticiones para poder ser trascendidas y sanadas con más consciencia y sabiduría.

Nuestro Inconsciente Familiar se puede expresar con sus luces y sus sombras. No todo es enfermedad, síntoma o disfuncionalidad en el Inconsciente Familiar sino que también es un reservorio de talentos, dones y recursos muy valiosos.​

Los ojos abiertos a las sincronicidades

Ciertas sincronicidades que se presentan no son meras casualidades, son coincidencias significativas que intentan llamar nuestra atención para que nos hagamos cargo de ellas. Así, determinadas fechas que se repiten, causas de muerte, enfermedades y síntomas recurrentes, parejas infieles o desleales, se suceden para activar memorias pasadas que precisan ser recordadas y trabajadas para dejar de repetir esas mismas historias en sus descendientes.

Las repeticiones que se suceden no son condenas ni castigos, no hay intención de daño o perjuicio hacia las generaciones más jóvenes de una familia. Por el contrario, son oportunidades para salir de círculos enfermos y abrir nuevas puertas para las próximas descendencias que vendrán. A veces los ejemplares más lúcidos del clan ponen el cuerpo y el alma para sanar a todo un árbol familiar. Son los héroes que pagan un alto costo pero que tienen una consciencia más amplia y una lucidez elevada para trascender lo que otros miembros de la familia no.

¿Cómo puedo trascender los condicionamientos de mi Árbol Familiar?

Las creencias familiares nos condicionan y nos limitan hasta que tomamos consciencia de ellas y podemos cuestionarlas con “plena consciencia”, para saber cuáles de ellas son beneficiosas y dignas de ser honoradas y cuáles precisan ser dejadas atrás porque nos restan y nos mortifican.

Cuando hay conflictos emocionales que se alargan en el tiempo más de la cuenta, cuando la tristeza, la depresión o la ansiedad cavan más hondo que nuestra voluntad para salir adelante, cuando hay situaciones que se repiten una y otra vez, y se vuelven un gran peso sobre nuestras espaldas, es muy importante recolectar todo tipo de datos acerca de nuestros ancestros, ya sean: nuestros padres, hermanos, abuelos, bisabuelos, y si es posible, también de nuestros tatarabuelos.

Necesitamos realizar un trabajo profundo de información para rastrear sus nombres completos, profesiones que han ejercido, enfermedades mentales y físicas que han padecido, pérdidas económicas, relaciones extramatrimoniales, número de hijos e hijos ilegítimos, fechas de nacimientos y de fallecimientos de cada uno de ellos, etc. Trabajando sobre esta información podemos encontrar la raíz emocional de los problemas de salud que no podemos sanar, aquellos que sentimos que tienen un hondo origen emocional que va más allá de nuestras ansias de superación.

Por supuesto, que si de enfermedades físicas se trata, lo sensato e insustituible son los tratamientos médicos que debemos seguir, ayudándonos de los avances científicos de la época que no se oponen en nada a una visión energética y emocional del trauma que dio inicio y sostiene el malestar. Del mismo modo, que solo tratar el síntoma y desatender la emoción que está detrás, sería como dar pastillas a alguien que no las asimila.

En este sentido, la ciencia y la espiritualidad son complementarias para lograr sanar todo tipo de síntomas y de traumas que nos anclan en la historia pasada. No es posible abordar la una sin la otra. Ambas son necesarias para un completo proceso de sanación y maduración.

Los frutos del Árbol Familiar y sus consecuencias

Las enfermedades son mensajes que nos trae el inconsciente, que se manifiestan en el cuerpo para que sanemos, pero si tratamos solamente los síntomas sin llegar a la raíz que provoca la enfermedad, ésta volverá a aparecer en el mismo órgano o en otro diferente dependiendo de la “emoción oculta“ que está provocando la enfermedad. Por eso es muy importante y necesaria la toma de conciencia para lograr sanar y dejar atrás.

Así como en los síntomas y en las enfermedades, nuestro Inconsciente Familiar tiene mucho que ver con las personas que nos vamos encontrando en nuestro camino de evolución personal. Las personas precisas aparecen en el momento adecuado y formarán parte de nuestra vida para nuestro crecimiento y nuestro despliegue espiritual. Habrá personas que se quedarán con nosotros solamente un tramo de nuestra existencia y después seguirán su camino y tal vez no volvamos a verlas nunca más y quizás otras vuelvan a nuestra vida para completar nuestro proceso de crecimiento. Somos todos alumnos y maestros, a veces nos toca aprender, otras veces nos toca enseñar en esta Escuela de la Vida, de la que nadie se gradúa y somos todos eternos peregrinos y viajeros.

Los demás en nuestro camino de evolución personal

Todo lo que rechazamos de los demás, es destello de nuestra propia sombra personal.

“Eso” que no nos gusta, que no toleramos ni aceptamos de nosotros mismos, tampoco lo aceptamos en los demás. Lo que nos negamos a aceptar de nosotros, los demás nos lo muestra en el espejo como un reflejo de lo que necesitamos trascender y superar.

Por ejemplo: una persona disciplinada no tolerará en su entorno a alguien holgazana, porque esa misma persona no se permite relajar ni disfrutar. No se da cuenta de que se trata de encontrar el camino del medio entre esos dos extremos opuestos. Es que en el equilibrio está el secreto de la superación.

Como antes les decía, no existen las casualidades, existen las sincronicidades, aquellas coincidencias significativas que nos dejan boquiabiertas… Todas las piezas del rompecabezas de nuestra vida encajan a la perfección.

Todo en El Universo es energía en constante transformación, nada se queda quieto. La Ley de la impermanencia nos atraviesa y nos muestra que lo único invariable es el “cambio”, que lo que reina e impera es la interdependencia de todos los seres. Nada existe por sí mismo de manera independiente y aislada. Todo está entrelazado en esta red cósmica que da origen a la vida.

En lugar de pelearnos con nuestras circunstancias y luchar contra ellas, es bueno detenernos a preguntarnos qué nos están enseñando y anunciando. No son los escenarios los que nos afectan sino nuestra resistencia a aceptarlos y la creencia detrás de que la realidad debería ser de otra manera. La epigenética, una revolucionaria rama de la ciencia, afirma que los genes heredados de nuestros ancestros no determinan la expresión de nuestra biología. Es nuestra interpretación subjetiva de lo que experimentamos lo que establece la forma en que nuestros genes se expresarán. Por esta misma razón, la manera consciente de apreciar nuestras circunstancias es lo que enciende o apaga una expresión celular, es decir: una posible enfermedad o una manifestación sintomática.

En lugar de pelearnos con nuestras circunstancias y luchar contra ellas, es bueno detenernos a preguntarnos qué nos están enseñando y anunciando. No son los escenarios los que nos afectan sino nuestra resistencia a aceptarlos y la creencia detrás de que la realidad debería ser de otra manera.​

Cuando escuchamos el mensaje detrás de la enfermedad y la información que nos trae cada situación o persona que nos cruzamos, vamos alineando nuestra esencia y nuestra personalidad y comenzamos a vivir desde nuestra identidad personal y ya no desde el cúmulo y la aglomeración de información heredada de nuestros ancestros.

Cuando comenzamos a discernir lo propio de lo ajeno, lo interno de lo externo, lo nuevo de lo viejo, estamos recién allí empezando a vivir la vida que queremos vivir y decidiendo el rumbo personal que queremos tomar.